La dimensión económica de la "cuestión kurda"
Por Andreu Jerez
- Lectura en 3 minutos - 631 palabrasLas imágenes que abren este post fueron tomadas el pasado lunes por la noche en Batman, ciudad situada a apenas 100 kilómetros al oeste de Diyarbakir. Son imágenes de una nueva refriega entre miembros del PKK y las fuerzas de seguridad turcas. La web Bianet, de izquierdas y pro-kurda, informa de que el enfrentamiento comenzó tras el ataque de “supuestos” activistas del PKK contra un coche de policía. Una mujer embarazada y una niña de seis años murieron en el fuego cruzado, y un policía y tres civiles resultaron heridos. La agencia Turkishpress, cercana a posiciones nacionalistas turcas, da por hecho que los civiles murieron por las balas del PKK, y añade que las fuerzas de seguridad turcas acabaron abatiendo a “los tres terroristas del PKK”. Queda patente que el conflicto kurdo también se libra en los medios de comunicación. La agencia de noticias Firat responsabiliza de la última refriega a una facción del PKK, esta vez la “People’s Defence Forces” (HPG). Los atentados y los enfrentamientos armados sucedidos durante los últimos siete días ya han dejado 21 muertos, entre ellos nueve civiles. Al menos cuatro miembros del PKK también han caído en los choques, informa Bianet. A la vista del agravamiento del conflicto militar, parece poco recomendable pasearse por las calles de las ciudades del Kurdistán turco una vez caída la noche. Todo ello mientras la aviación turca sigue partiendo a diario desde el aeropuerto de Diyarbakir para bombardear la retaguardia del PKK en las montañas del sudeste del Estado turco y del norte de Irak. Creciente desigualdad Ante el agravamiento de la ola de violencia, el primer ministro Erdogan ha anunciado que descarta, de momento, continuar negociando con el PKK, pero tiende la mano a su brazo político, el BDP, en una especie de doble juego de todo un maestro de los equilibrismos políticos. Algo apreciado por buena parte de la sociedad turca, y también por cada vez más kurdos, que consideran más pragmático y realista a Erdogan que a la cúpula del PKK. Ahmet, profesional liberal kurdo residente en Diyarbakir con experiencia en el extranjero, carga en un perfecto inglés contra las últimas e indescriminadas acciones supuestamente realizadas por el PKK, y considera que el grupo armado tiene como objetivo desequilibrar el espectacular crecimiento que viene experimentando la economía turca en los últimos años. Por ello, en opinión de Ahmet, la guerrilla “está perdiendo buena parte de su apoyo social”. Los datos macroeconómicos no dejan lugar a dudas: Turquía creció casi un 9 por ciento en 2010 y el desempleo oficial ha venido descendiendo durante los últimos meses, hasta situarse por debajo del 10 por ciento el pasado mayo. Sin embargo, también es innegable que esos datos responden a un modelo neoliberal que, obviamente, conlleva mayores desigualdades sociales. Desigualdes que, extrapoladas a un plano regional, dejan en evidencia que la brecha socioeconómica ha estado aumentando entre las regiones occidentales más prósperas, como Estambul o Izmir, y las surorientales, como Diyarbakir o Van, fundamentalmente correspondientes al territorio del Kurdistán turco. Un estudio elaborado por los ayuntamientos del sudeste del Estado turco lo apunta sin ambages: a pesar de que el sudeste de Turquía acumula el 16 por ciento de toda población, el presupuesto de sus administraciones locales asciende sólo al 8,5 por ciento del presupuesto estatal. Un dato que subraya la brecha socioeconómica regional en Turquía que, por otra parte, no es un fenómeno nuevo: las regiones sudorientales han estado tradicionalmente más atrasadas en la República fundada por Atatürk, lo que explica parte del descontento kurdo. Un elemento más que sirve para contextualizar la “insurgencia armada” del PKK, para unos, y el “problema del terrorismo”, para otros. Mientras, la cifra de muertos provocados por el conflicto sigue engordando. El negocio de las armas, desde luego, no sufre crisis alguna.